¡Qué vergüenza! En mi último post, De “ambos” y “sendos”, he metido la pata estrepitosamente. Los listillos, que sois todos, os habréis dado cuenta y habréis pensado mal de mí: “Mucho decir cómo se hacen la cosas, pero ella va y la pifia…”.
Sí, la pifié: escribí “yo e ido a ambas”. E ido. ¡E ido!
¡¡¡¡AGGGGGGGGG!!!!
Lo he cambiado, claro, pero ¡qué torpeza!
Eso pasa no por no releer, que por supuesto releí y varias veces (puedo llegar a ser muy neurótica), sino por hacerlo mal.
¿Cómo lo hice? Repasé sin leer, es decir, sin prestar atención a las palabras porque sabía lo que decía el texto. Un error típico.
Mira que lo lamento…
Por eso, y para que no os pase a vosotros, al repasar un texto:
- Dejadlo reposar antes (a mí se me pasó, ¡porca miseria!).
- Leedlo como un profe cabroncete: no para recrearos en lo bonito que os ha quedado sino para pillar errores.
- Fijaos en las palabras, una a una, sin atender su significado.
- Y, si podéis, dejad que lo lea otro y que os saque los defectos.
Lo siento, me he equivocado; no volverá a ocurrir.
Esta dama, d e una obra de E. K. Johnson, reposa porque ha repasado. ¿O quizás está repasando, reposadamente? O tal vez reposa antes de repasar…
Laura Antolín dijo...
20 de mayo de 2014, 20:34
Ay, da una rabia de muerte. Yo me pongo hasta colorada. Pero pasa (el gazapo y el rubor). Somos humanos.
Cris Planchuelo dijo...
21 de mayo de 2014, 9:59
Sí, a mí me pasa muchísimo. Y mira que le y releo...