“Un buen drama es como la vida pero sin las partes aburridas”
aseguraba el maestro del suspense, y creo que lo mismo puede decirse de un buen
texto profesional: hay que escribir solo lo interesante. Eso implica:
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Empezar
con algo fuerte. Redacta tu texto,
termínalo y luego quita los dos primeros párrafos –quizás los tres–. Lo más
seguro es que sean malos porque, sencillamente, estabas calentando motores. Divagabas.
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Contar algo
inesperado. Qué poco sugerente es eso de “a estas alturas no hace falta
decir que…”, “como todo el mundo sabe…”. Si ya lo saben y no hace falta
decirlo, ¿para qué lo cuentas tú? Búscate algo emocionante, divertido o nuevo. Una
palabra recién creada, una pequeña historia, un chiste gracioso,
una imagen chocante, una pregunta retórica o una cita de Hitchcock, por
ejemplo. Sin duda no un “llevo dos días sin Internet” o “la lluvia me deprime”.
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Introduce
acción. O sea, usa verbos y sustantivos, que son los que crean historias.
Empieza y termina los párrafos con ellos y organízalos en oraciones breves. Pon
solo los adjetivos imprescindibles y deja los adverbios para los amantes de la
prosa florida.
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Reserva
algo bueno para el final. Este debería ser tan sorprendente que podrías intercambiarlo
con el comienzo. Por cierto, ¿sabías que Hitchcock solo tenía un testículo? No, no es
cierto: ese era Napoleón. Ah, bueno, y Adolf Hitler. Hum, ¿habrá alguna
relación entre la falta de huevos y la necesidad de arrebatar a los demás las
cosas por la fuerza?
RAUL dijo...
3 de octubre de 2014, 5:33
Buenas ideas, que siempre sirven
Cris Planchuelo dijo...
3 de octubre de 2014, 20:36
Gracias, Raúl. Me alegra que te resulte útil.
Begoña Pérez dijo...
15 de octubre de 2014, 16:42
El texto, interesante, como siempre. El final, inquietante. Me parto.